CASANARE
Edmar Castañeda: El genio del arpa

El colombiano Edmar Castañeda comenzó a tocar este instrumento desde los 7 años; ahora vive en Nueva York y generó una revolución musical. Diners conversó con él.
Dice la voz en off: “Paquito D’Rivera nació con un saxofón en la mano. Su padre, Tito Rivera, saxofonista clásico, le compró el primero cuando apenas tenía tres años. Poco después ya era un niño prodigio”. En la pantalla, las calles de Nueva Jersey aparecen blancas por la nieve y Paquito, cubierto hasta la cabeza, conduce un Volkswagen Beetle. Paquito, el niño, posa en fotos amarillentas cargando su instrumento. Paquito, el viejo, acomoda una boquilla y suelta una línea melancólica en su saxo.
La secuencia de escenas pertenece a Calle 54, un documental en el que el español Fernando Trueba presenta a los más grandes del jazz latino. El día del lanzamiento, el mismo Paquito viejo aparece en el escenario del Beacon Theatre de Nueva York tocando su Panamericana Suite. Entre la orquesta, rodeada de trompetas, clarinetes, bajos y trombones, aparece también un arpa llanera: la del colombiano Edmar Castañeda.
Se habían conocido un par de semanas antes, en uno de los muchos premios latinos que se entregan en Estados Unidos. A Edmar le gustaba su música y lo escuchaba desde la universidad. Cruzaron algunas palabras y se cayeron bien, tanto que Paquito lo invitó a su casa, a una de esas cenas que hacen los músicos y que terminan siempre en conciertos espontáneos. “Me gusta lo que haces –le dijo cuando lo escuchó en el arpa–. ¿Quieres tocar conmigo la otra semana?”. Edmar aceptó sin muchas preguntas. Sin saber del concierto en el Beacon Theatre, sin saber de Calle 54. Así comenzó todo.
Si se tratara de su vida, la voz en off diría: “Edmar Castañeda quiso tocar el arpa desde los siete años, pero tuvo que esperar otros siete para poner sus manos en una. Poco después ya era un joven prodigio”. La escuchó por primera vez mientras tomaba clases de joropo en una academia cerca de su casa; su mamá trabajaba los sábados y un curso de baile extracurricular hacía las veces de niñera. “De los siete a los catorce años lo único que hice fue soñar. Era un instrumento muy caro y solo pude tocarlo cuando una de mis tías me regaló uno”, cuenta. Un amigo de su mamá le mostró las primeras digitaciones y le enseñó los ejercicios iniciales. Luego, tuvo que seguir solo.
Como era hijo de padres divorciados y su papá vivía en Nueva York con su segunda esposa, en 1994 viajó a Estados Unidos para terminar el colegio. Allí se encontró con el jazz, con la música de Duke Ellington, de Miles Davis, de Charlie Parker y del mismo Paquito D’Rivera. A falta de estudios formales en arpa, se graduó como trompetista del Five Towns College de Manhattan, pero jamás abandonó su instrumento. “En el día me llenaba de información en la universidad, y en la noche traducía ese lenguaje al arpa colombiana y me iba a tocar en los bares”.
Poco a poco creó su estilo y encontró un lugar intermedio entre el jazz y el folclor llanero; imaginando un universo por fuera de lo conocido, tuvo que inventar su propia técnica. Y es que el arpa clásica, que se escucha en conciertos sinfónicos, en nada se parece a la que suena en los tríos de joropo. La primera tiene pedales, se toca sentado y su pulsación es más dura. La segunda debe afinarse entre canciones para cambiar de tonalidad, se toca de pie y la tensión de sus cuerdas pide más fuerza en los dedos. Es más instintiva. Usar un arpa llanera para tocar algo tan académico como el jazz fue el principio de una serie de pequeñas revoluciones que se han ido convirtiendo en su propia vanguardia.
Cuando se cansó de hacer tiempo en el escenario para afinar entre canciones, cuando quiso tocar con orquestas sinfónicas y se dio cuenta de que el instrumento le quedaba chico, se unió con la compañía francesa Les Harpes Camac para diseñar su propia arpa. “Siempre fui muy inquieto con esas cosas. Desde que salí de Colombia iba donde el luthier y le pedía modificaciones para mi arpa: le quitas aquí, le pones allá”.
Después de más de cinco años y un sin fin de conversaciones con Jakez François, el presidente de la compañía, nació la EC Llanera, un instrumento con palancas en la parte superior que puede cambiar de afinación al levantarlas. Un punto intermedio entre la tradición y la academia, igual que la música de su intérprete. Un puente inventado para unir lo mejor de dos mundos. “El arpa que yo toco es simplemente un sueño”, dice Edmar.
Luego vinieron los discos. Entre cuerdas fue el primero y en el que quedaron grabadas las memorias de su búsqueda musical por un estilo propio. Tocaba en duetos, en tríos, en quintetos. Cada canción era algo nuevo y diferente a lo anterior, un experimento en el que le servían de cómplices los amigos que le había dejado Calle 54: Marshall Gilkes, Dave Silliman y John Scofield.
Edmar mezclaba instrumentos y timbres como un alquimista en busca de su piedra filosofal. Y la encontró. Una de las canciones había sido escrita para trombón, percusión y arpa, un trio atípico, pero funcionó desde el primer momento. “Estábamos probando niveles antes de grabar y dije: ¡Wao! Suena increíble. Ya era la última del disco, pero no me quedé con la espinita”. Fue así como dio con el grupo que tocaría en Entre cuates, su segundo álbum, y como nació el Edmar Castañeda Trío.
Luego vinieron más discos: Cuarto de colores, Double Portion, uno con músicas del mundo llamado World Ensemble y uno de sesiones en vivo con Hiromi Uehara, pianista y compositora japonesa. Colaboraciones con Gonzalo Rubalcaba, Paco de Lucía, John Scofield, Lila Downs, Marcus Miller y la Orquesta Sinfónica de Colombia. Giras, viajes e invitaciones a tocar en escenarios de Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Conciertos, conciertos y más conciertos.
“Tengo uno con el que me quedo para siempre –dice–. Uno que le pedí a Dios y con el que me sentí lleno”. En 2017 se presentó en el Teatro Cafam de Bellas Artes en Bogotá, acompañado por la Orquesta Sinfónica Nacional. Antes de comenzar salió a tomar aire y se encontró con un edificio de concreto, árido, sucio y con rejas en lugar de ventanas. Era la cárcel de mujeres El Buen Pastor. Ya en el escenario, la imagen seguía apareciendo en su cabeza. “No sé si ustedes se han dado cuenta, justo detrás de nosotros está la cárcel de mujeres. Yo quiero dedicarles a ellas este concierto”, le dijo al público.
Pero una dedicatoria lejana no era suficiente. La imagen seguía apretándole el pecho y escociéndole el alma. Edmar quería tocar para ellas y regalarles un poco de esperanza. “Uno sueña y los sueños se cumplen”, dice. Dos meses más tarde estaba tocando en el patio de El Buen Pastor, su deseo había llegado a los oídos indicados. “Al final, reímos, lloramos y oramos juntos. Creo que es lo más bonito que he hecho en mi vida”.
El arpa de Edmar es un bajo, una guitarra, un piano, un bombo. Una vanguardia. Y como todas las vanguardias, ha tenido opositores. Hace alrededor de diez años se presentó en Aguazul, Casanare, durante el Reinado Nacional del Arroz y su música, mitad jazz, mitad folclor, no cayó bien entre los llaneros. Que el arpa se tocaba siempre en conjunto y nunca sola, que sonaba fuera de contexto, que estaba borrando de un plumazo la tradición. Esa vez le dolieron los ataques, los consideró injustos y hasta ingratos. Luego, entendió que los cambios se tardan y hay que esperar con paciencia. “Volví varios años después y todo fue diferente, hasta habían sacado una modalidad solista en el festival –cuenta–. Me siento orgulloso de lo que he hecho. A veces me atacan, pero está bien, no hay problema, yo espero con paciencia”.
Si la voz en off del principio volviera a aparecer, diría que la carrera musical de Edmar Castañeda cada vez es más fuerte. Que todas las semanas amanece en un país distinto al que llegó para tocar con un músico distinto. Que ha aprendido a hacer malabares para pasar tiempo con su esposa, la cantante Andrea Tierra, y sus dos hijos. Que, a veces, ellos lo acompañan en sus giras y aprovechan el final de cada concierto para tocar algo juntos. Que antes de que se termine el mes habrá estado en Rumania, Italia, España, Estados Unidos y Brasil. Habrá tocado con el saxofonista Gabriele Mirabassi, con Andrea Tierra, con Bela Fleck y con el flautista Jorge Pardo.
—Su mánager debe ser alguien muy ocupado—le digo.
—Dios es mi mánager—me responde.
Fuente: www.revistadiners.com.co
CASANARE
¿Ya compró el pescado para la Semana Santa?, tenga en cuenta estas recomendaciones

La Secretaría de Salud de Yopal durante la temporada de Semana Santa, ha intensificado acciones de vigilancia y control en expendios, tiendas, supermercados, ventas ambulantes y transporte de productos de la pesca para garantizar la inocuidad de los alimentos y prevenir intoxicaciones en la población y los turistas que llegan al municipio.
En este sentido, hace un llamado a la ciudadanía a tomar precauciones importantes al momento de adquirir pescado y sus derivados, con el fin de proteger su salud y la de sus familias.
Tenga en cuenta lo siguiente:
Algunas de las recomendaciones son tener en cuenta que el pescado fresco debe tener un olor suave, ojos brillantes y salientes, piel firme y húmeda, agallas de color rojo brillante y carne firme que recupere su forma al presionarla.
De igual manera, evite comprar pescado que esté a temperatura ambiente, revise que lugar de venta debe lucir limpio y ordenado, y los manipuladores de alimentos deben utilizar indumentaria adecuada y practicar una correcta higiene, si el producto está empacado, revise la fecha de caducidad y las condiciones de conservación.
“A través del componente de inocuidad alimentaria de la Secretaría de Salud, se están llevando a cabo visitas de inspección para prevenir intoxicaciones alimentarias durante esta temporada de mayor consumo”, afirmó el secretario de Salud Municipal, Nicasio Mariño.
La Administración Municipal, a través de la Secretaría de Salud, mantiene su compromiso con la salud pública y hace un llamado a la colaboración de comerciantes y consumidores para garantizar una Semana Santa saludable para todos en Yopal.
Fuente: El Diario del Llano – HOLA Casanare
CASANARE
Corte Suprema deja en firme condena a exgobernador de Casanare por irregularidades en contratación

La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia dejó en firme la condena contra el exgobernador del departamento de Casanare Whitman Herney Porras por irregularidades en contratación, dejándola en 6 años y 5 meses de cárcel, 3 años menos del monto inicial.
La Corte, en sede de impugnación especial, reafirmó la responsabilidad del exgobernador, quien pedía una rebaja debido a que antes del proceso en el que fue condenado no registraba antecedentes penales. La Sala tuvo en cuenta que se allanó a los cargos, lo cual le representó un descuento en la pena.
En materia de análisis de la responsabilidad del exgobernador, la Sala adhirió a los argumentos de primera instancia, en donde se halló culpable a Porras de haber pactado con el representante legal de la Universidad de Pamplona para entregar directamente dos contratos valorados en más de 36.000 millones de pesos (que incluían dotación para bibliotecas y aulas de informática y virtuales).
“Es claro que el comportamiento de Whitman Herney Porras Pérez ocasionó una grave afrenta al bien jurídico tutelado, al haber pactado de manera engañosa y fraudulenta con el entonces representante legal de la Universidad de Pamplona la suscripción de los contratos cuestionados, con el único propósito de asignarlos a ese ente educativo así tuviera que trasgredir en una forma tan evidente la Ley de Contratación Estatal”, se lee en la decisión.
La Corte Suprema además cuestionó que el exmandatario adicional a haber realizado tal “pacto”, hubiera procedido conociendo que por la cuantía del contrato no podía hacer cosa distinta que abrir una licitación pública.
Fuente: Con información de la W Radio
CASANARE
Al colisionar contra un tractor falleció motociclista en zona rural de Paz de Ariporo

Un trágico accidente de tránsito cobró la vida de Javier Zea Millán, un hombre de 40 años, la noche del sábado 12 de abril en la vereda Elvecia, en la vía que conduce del casco urbano hacia Montañas del Totumo, en el municipio de Paz de Ariporo.
Según el reporte de las autoridades, la motocicleta Yamaha que conducía Zea Milán, de placas XTZ 125 impactó contra la parte trasera de un tractor que se desplazaba en el mismo sentido.
El cuerpo de la víctima fue trasladado a Medicina Legal para los procedimientos forenses, mientras que las autoridades iniciaron las investigaciones para determinar las causas del siniestro.
El alcalde de Paz de Ariporo, Jorge Camilo Abril Tarache, lamentó el fallecimiento de Zea Millán y expresó su solidaridad con sus familiares a través de un mensaje en redes sociales, donde resaltó las cualidades humanas del fallecido.
Este accidente pone en evidencia los riesgos del tránsito nocturno en vías rurales, especialmente aquellas con escasa iluminación y señalización, situación que las autoridades locales buscan atender para prevenir nuevas tragedias.
Fuente; El Diario del Llano – HOLA Casanare